La primera expulsión de Gran Hermano 20 prometía emociones fuertes, pero lo que ocurrió este jueves superó cualquier previsión. Y es que Aroa, una de las concursantes más polémicas —y al mismo tiempo una de las más seguidas—, vivió un auténtico terremoto televisivo. ¿Quién podía imaginar un desenlace así?
Desde el estreno, las dinámicas del reality habían dejado claro que esta edición no iba a ser una más. La organización sorprendió al colocar a todos los concursantes en la cuerda floja salvo Edurne e Íñigo, convertidos en inmunes de la noche. Ese movimiento inicial ya cambió por completo la estrategia de convivencia.
El domingo, durante el primer debate con Ion Aramendi, el programa continuó alimentando el suspense. A través de varias dinámicas, los concursantes fueron quedando fuera de peligro: Jonay, Joon, Almudena, José Manuel, Diego, Aquilino, Desirée y Belén respiraron aliviados.
Los habitantes del Oasis —Rocío, Cristian, Sofía y Noah— también tuvieron su momento de poder. En un giro estratégico que descolocó a muchos, decidieron salvar a Mamadou. ¿Movimiento táctico o gesto de afinidad? Esa decisión todavía colea entre los espectadores.
Finalmente, la votación definitiva quedó en manos del público a través de la app de Mediaset Infinity. Paula fue la última en ser liberada, dejando el foco en cuatro nombres cargados de tensión: Aroa, Patricia, Lorena y Raúl.
La noche avanzaba y los porcentajes se movían como una montaña rusa. Lorena fue la primera salvada, consolidando un perfil discreto pero efectivo. Después, fue el turno de Raúl, otro concursante de presencia silenciosa pero firme.
La verdadera batalla estaba entre ellas: Aroa y Patricia, las concursantes que más habían encendido la convivencia. Discusiones, alianzas rotas, confesiones inesperadas… ambas habían puesto patas arriba la casa desde el minuto uno.
El plató contenía la respiración. La casa, también. Cuando Jorge Javier pronunció el veredicto —“Aroa debe abandonar la casa”—, el silencio duró apenas un segundo antes de estallar en emociones.
Aroa quedó en shock, incapaz de procesar que casi un 50% del público había decidido expulsarla. Las lágrimas no tardaron en aparecer:
“Quiero pedir perdón a la gente que me dio la oportunidad y gracias por confiar en mí”, dijo entre sollozos.
Su reacción desarmó incluso a quienes la habían criticado.
Pero cuando parecía que todo estaba dicho, llegó el bombazo de la noche.
Jorge Javier pidió silencio. La cámara enfocó a Aroa. Y entonces lo soltó:
Aroa no está expulsada definitivamente.
La concursante vivirá ahora en El Oasis, donde tendrá una segunda oportunidad para reinventarse, demostrar quién es realmente y volver —si logra convencer— al juego principal.
La casa se quedó muda. Las redes ardieron. Y Aroa… volvió a respirar.
Lo que parecía su final podría convertirse en el renacer más comentado de la edición.
Este giro no solo altera la trayectoria de Aroa. También reconfigura las estrategias internas, las alianzas y el pulso emocional del programa. “Lo que viene cambiará todo”, adelantó Jorge Javier, subrayando que esta edición quiere sorprender… y lo está consiguiendo.
Porque Gran Hermano 20 ha recuperado algo que echábamos de menos: la sensación de que en cualquier momento puede pasar lo que nadie imaginaba.
¿Qué te pareció la falsa expulsión de Aroa? ¿Crees que merece esa segunda oportunidad en el Oasis?
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