La cuenta atrás ya está en marcha. Gran Hermano 20 encara su recta final tras una de las galas más vertiginosas que se recuerdan en el formato. En apenas unos días, la casa ha pasado del caos absoluto a la calma tensa de una final con solo cuatro nombres propios. Y ahora, la pregunta es inevitable: ¿quién merece convertirse en el ganador de Gran Hermano 20? Porque esta edición ha sido corta. Atípica. Y, sobre todo, imprevisible.
El pasado jueves, Gran Hermano 20 metió el turbo sin previo aviso. Telecinco decidió dar un golpe sobre la mesa y ejecutar un desalojo masivo que dejó a la audiencia sin aliento.
Primero cayó Patricia, nominada de la noche. Sin embargo, lo inesperado llegó después. Uno tras otro, Joon, Aroa, Jonay y Edurne fueron expulsados mediante televotos express.
Cinco expulsiones en una sola gala. Sin respiro. Sin margen de reacción.
Así, la casa pasó de diez concursantes a cinco en cuestión de horas. Un movimiento sin precedentes que confirmó lo que ya se intuía: la final estaba más cerca de lo que nadie imaginaba.
Tras aquella gala frenética, Raúl, Rocío, Desirée, Cristian y Aquilino lograron salvarse y se convirtieron oficialmente en finalistas. Todos ellos seguían en la carrera por el ansiado maletín de 300.000 euros.
No obstante, la tranquilidad duró poco.
Durante la semifinal emitida este domingo, el público volvió a decidir. Y lo hizo con contundencia. Desirée fue la menos votada y se quedó a las puertas de la gran final.
El resultado es claro: cuatro concursantes, un único ganador y una final precipitada que se celebrará el próximo jueves, 18 de diciembre.
Raúl ha jugado una partida basada en la regularidad. Sin grandes escándalos, pero sin desaparecer nunca del foco.
Ha sabido resistir semanas complicadas, adaptarse a los cambios y mantener una imagen sólida ante la audiencia. Para muchos, representa la constancia premiada.
¿Será suficiente para ganar?
Rocío ha sido una de las grandes protagonistas emocionales de la edición. Intensa, directa y sin filtros.
Ha vivido momentos de máxima tensión dentro de la casa, pero también ha mostrado su lado más humano. Su conexión con parte del público podría ser clave en la final.
Porque en Gran Hermano, la emoción pesa. Y mucho.
Cristian ha optado por un perfil más discreto, aunque no menos efectivo. Ha observado, ha esperado y ha avanzado cuando otros caían.
Su forma de jugar ha dividido a la audiencia. Algunos la aplauden. Otros la cuestionan. Pero lo cierto es que está en la final.
Y eso no es casualidad.
Pocos apostaban por Aquilino al inicio. Sin embargo, semana tras semana, ha ido ganando terreno.
Su evolución dentro de la casa ha sido evidente. Y ahora se presenta como uno de los tapados de la edición. El típico concursante que llega al final y da la campanada.
¿Estamos ante la sorpresa final?
Gran Hermano 20 será recordado como una de las ediciones más singulares del formato. Menos duración. Ritmo acelerado. Decisiones drásticas.
Todo ha ido más rápido. Y eso ha cambiado por completo la experiencia tanto para los concursantes como para la audiencia.
Ahora, con la final a la vuelta de la esquina, el debate está servido. No hay un favorito claro. Y eso convierte el desenlace en algo todavía más atractivo.
Solo uno alcanzará la gloria. Solo uno se llevará el maletín. Y lo que viene cambiará todo.
Ha llegado tu turno. La decisión final está en manos del público.
¿Prefieres la constancia de Raúl? ¿La intensidad de Rocío? ¿La estrategia de Cristian? ¿O la sorpresa de Aquilino? Déjanos tu voto y tu opinión. Porque esta final promete. Y mucho.
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